Es momento de dejar de actuar. Sal de la vorágine de la vida y haz un espacio para meditar. Mantente inmóvil, aquieta tu espíritu. Busca la soledad. Sólo así podrás ver con claridad. Ha habido mucho movimiento hasta ahora.
Los caballos están desbocados, el remolino ha girado incesantemente. Yergue tu columna, concéntrate en el bajo vientre, relaja tu cuerpo, observa tu respiración. expándete. Cierra los ojos y haz el silencio: Conéctate con la Tierra, sintiendo el cordón umbilical que los une. Cobíjate en el vientre de tu Madre. Reposa, descansa, medita. Luego ve y actúa si es preciso.